Ana era una niña pintora, se encontraba pintando un bello paisaje, pero ese día se sentía muy triste, ya que era el día de sus cumpleaños, y no podía estar junto a su mamá que había partido para el cielo por culpa de una extraña enfermedad.
Por la tarde decidió continuar pintando el cuadro, pero esta vez con un gran deseo de volver a ver a su mamá, lo deseó tanto que termino pintandó el rostro de su madre sin darse cuenta, cuando de repente, salió del cuadro su hermosa madre y le dió un emotivo abrazo, y fue allí donde la niña comprendió que sus pinturas se volvían mágicas si las hacía con el corazón.
Desde ese día la pequeña Ana cuando solía sentirse triste pintaba con el corazón, y así alegraba sus días entonces más nunca sintió tristeza, pues comprendió que la alegría estaba dentro de ella.