Matías es un niño que vive en un castillo muy lujoso, sus padres son los reyes de un país donde no existía la pobreza, el niño tenía todos los juguetes que cualquier niño desearía tener en su vida, pero algo paradójico pasaba en la vida de Matías, al niño no lo hacía esto feliz, el siempre deseaba jugar afuera del castillo, pero sus padres por motivo de seguridad no lo dejaban salir, cierto día, Matías escucho desde su balcón, los gritos de unos niños que jugaban a las afueras del castillo, el los veía jugar y en su rostro se notaba ese anhelo de salir y experimentar lo que los niños estaban haciendo.
Desde el balcón les grito -¡yo quiero jugar!, ¡yo quiero jugar! Y repetía muchas veces estas palabras…
Lastimosamente aunque Matías quisiera salir a jugar, sus padres no lo dejarían, entonces ocurrió lo inesperado, en el balcón había una especie de planta la cual brotaba unas ramas que llegaban hasta el piso del castillo, bajo rápidamente gracias a esta planta y llego donde se encontraban los niños jugando, al acercarse ellos notaron la vestimenta de Matías, y en coro ellos le dijeron- “tú eres el hijo del rey, eres el príncipe Matías”, -que haces fuera del castillo, hemos escuchado que tú tienes muchos juguetes en el castillo, porque desearías jugar con nosotros.
Matías les respondió -si es cierto, pero no todo en esta vida son las cosas materiales, las que te proporcionan alegría”, yo los veo jugar siempre desde mi balcón y deseaba desde hace mucho tiempo jugar con ustedes. Porque veía en sus rostro la alegría de compartir y divertirse los unos a los otros.
Los niños comprendieron que con toda la riqueza que Matías tenía, no era realmente feliz, como lo eran ellos.