ÉTICA Y MORAL

ÉTICA Y MORAL

Ethos y Moris son términos que devienen con el origen dual de nuestra civilización occidental moderna, los griegos concibieron el ethos como el conjunto de normas, costumbres o hábitos de los seres humanos para alcanzar la felicidad y los romanos el moris como el conjunto de valores que determinan lo correcto o incorrecto de los seres humanos como conglomerado social.

Los griegos se fundamentan en la realización del individuo y los romanos en la sociedad. Ambos criterios, aunque tienen al hombre como referente lo enfocan desde diferentes miradas: la del individuo y la del colectivo.

En ambos aspectos las cosmovisiones son fundamentales en la definición de la felicidad y bienestar, bien sea aceptándolas como fin último o rechazándolas como parte de la independización del ser de los dioses de turno.

Esa disyuntiva entre el ser y el deber tuvo un punto de quiebre con los postulados filosóficos elaborados en el siglo XX con los que se «disolvió los valores objetivos y con ellos toda posibilidad de obligación absoluta en el actuar» y es así que a partir del siglo XX que la sociedad no identifica los conceptos morales como normas de obligatoriedad y deviene la crisis de la ética muy visible en las nuevas generaciones.

Aún así es necesario e indispensable un ética formulada en una moral que nos ayude a comprender y a respetar al otro. A revelarnos ante nosotros mismos y a su vez ante el otro como parte de un todo que necesitamos se dirija hacia un mismo fin. Hoy en día con la globalización esta tarea se presenta urgente máxime que las conexiones se han multiplicado entre sociedades y geografías que cualquier variación en ellas afecta notoriamente a otras.

No está demás recordar, retomando nuestra idea inicial, que aunque la Antigua Grecia nunca fue un imperio o una unidad geográfica y mucho menos una unidad socio política, sino que contaban con una pléyade de ciudades estado repartidas a orillas del Mar Egeo y la península Balcánica con diferentes momentos hegemónicos, esta cultura helénica, heterogénea entre sí misma era homogénea comparada con otros culturas circunvecinas como los egipcios, persas y fenicios por nombrar algunos.

Enfoque diferente tuvieron los romanos a través de su Imperio, quienes de esta manera lograron cubrir a una gran variedad de culturas bajo su paragua y así durante muchos siglos determinaron principios de convivencia y armonía social.

Las normas de conductas y relaciones han existido desde tiempo inmemoriales como mecanismos de convivencia; antiguamente determinadas por la religión y la cultura de los pueblos derivamos hoy día hacia acuerdos de respeto y tolerancia mutuos, en la medida que aceptamos esa diversidad. Eso es lo que algunos denominan la ética mínima que actualmente está limitada bajo el precepto de la muerte de Dios demostrada en la lucha entre los pueblos que desean existir como estados laicos y las castas sacerdotales que se oponen.

La evolución de ethos y moris va paralela al desarrollo del pensamiento humano que inicia con la concepción del bien y el mal, asociada a nuestro actuar en la Tierra con el fin de alcanzar un bienestar en el más allá, pasando por el desarrollo de las virtudes, la aceptación y el equilibrio, el hacer lo correcto en sí mismo y por si mismos hasta el reconocimiento del individuo, del mi mismo como fuente de la aceptación universal del otro y para el otro.

En ese proceso pasamos de ser una proyección de la divinidad hasta ser individuos por sí mismos, autoproyectados y autodeterminados, en este punto nos encontramos como sociedad, reflexionando cómo lograr un orden perfecto entre todos los órdenes, en cómo definir los mínimos comunes que nos aseguren nuestra total individualidad pero a su vez la pertenencia al conjunto y es allí donde no podemos pensar en posiciones dominantes: culturas, lenguas, ideologías, filosofías, religiones.

Es necesario que como especie encontremos horizontes comunes hacia el futuro, no olvidemos los fundamentos del pasado e identifiquemos el presente para definir unas nuevas pautas morales, no basadas en la obligatoriedad mandatoria de la fe ni del miedo sino en el reconocer al otro como extensión de mi, la sociedad como proyección del individuo y poder así concertar una nueva ética que permita el crecimiento y fomente al individuo y a la sociedad que él conforma.

  • Fernando Soto Aparicio REFLEXIONES SOBRE ÉTICA MÍNIMA. REVISTA DERECHOS Y VALORES.
  • Uribe, F. M. (2006). EL FIN DE LA MORAL Y LA REVITALIZACIÓN DE LA ÉTICA. (Spanish). Eidos, (4), 26-38.

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